La verdad, la verdad, es que el tema de la asistencia, tanto a nivel de grado y sobre todo en el posgrado me tiene PODRIDO!!! Como también me tienen re podrido las autoridades que hacen del control de asistencia un culto y un rito “casi” religioso (El “casi” es un aporte mío).... La pregunta obvia es entonces... ¿Por qué estoy podrido?... Bien, vamos por partes dijo Jack... Resulta que, en primer lugar yo me crié en una Universidad pública donde el tema de la asistencia era tan irrelevante como inexistente y si algo me inculcaron mis docentes (Gracias!!, Mil Gracias!!!) fue el sentido de la educación... ¿A qué me refiero? A que cuando uno va a la Universidad, al menos eso dice la teoría, lo hace respondiendo a su vocación, a lo que le dicta su alma, su ajayu y por tanto lo hace por el gusto y el placer del aprendizaje de lo que le gusta de corazón, es decir apasionadamente... La carrera universitaria es (ó debería) entonces una educación vocacional y voluntaria donde la meta y fin debería ser sacarle el máximo provecho a los docentes y para ello trataría de estar lo más temprano posible e irme lo más tarde posible. Porque lo que me va a garantizar el éxito futuro de mi profesión es el conocimiento que aprenda y aprehenda de ellos y no tanto el “cartoncito” que, como dije en otra reflexión, no garantiza nada... Entonces, si este es mi objetivo y dicho objetivo responde al llamado de mi yo interior, de mi vocación, de mi pasión… entonces la asistencia es irrelevante. Porque a menos que ocurra un imponderable (real, no ficticio ó inventado como excusa para no asistir), la misma debería ser perfecta o más que perfecta. Es decir, si el contrato pedagógico fuera SINCERO entonces el tema de la asistencia sería irrelevante... Sin embargo, la realidad es otra... Muchos estudiantes van a clases como arrastrando un ancla... La por demás obvia respuesta psicológica a la falta de vocación, motivación y pasión por lo que eligieron estudiar y es que en la mayoría de los casos alguien les metió en la cabeza que tal o cual carrera les convenía mucho más económicamente y esta es una discusión que tengo siempre con mis estudiantes de grado y postgrado... El éxito en una profesión lo garantiza el grado de vocación, pasión y compromiso que se tiene con dicha carrera, pero es muy difícil ser exitoso en una tarea, función o profesión que no es la que nos gusta... ¿Por qué? porque hoy por hoy, todas las profesiones exigen, entre tantas cosas, la capacidad de resolver en forma innovadora problemas nuevos (no vistos en la carrera) y para ello se requiere creatividad como insumo fundamental... ¿Pero acaso se puede ser creativo en una tarea que nos es ingrata? Muchos de mis estudiantes son fanáticos del fútbol y sin haber ido jamás a un aula de fútbol, saben hasta el color de calzón que usan su jugadores preferidos y consecuentemente, si bien llegan tarde o no llegan a sus clases de universidad; aunque paguen por ellas; en cambio llegan 15 minutos, una hora o el tiempo necesario ANTES de que empiece el partido... sin perderse ningun partido ¿Por qué la exagerada puntualidad y asistencia perfecta? Sencillamente porque asisten a lo que les gusta con pasión y si ese fuera el caso en la carrera elegida, la asistencia sería insisto, irrelevante....
Si queremos asistencia perfecta debemos, como parte de nuestro contrato pedagógico cumplir en formar seres humanos íntegros y como parte de ello motivarlos a escuchar sus corazones, sus almas, sus ajayu, motivarlos a seguir lo que les dicta su yo interior, su vocación... en pocas palabras: Motivarlos a ser felices... Porque vida hay una sola y si la desaprovechamos siendo infelices...
La educación debe ser liberadora, una educación que no sirve para liberar a las personas de las condiciones que la oprimen, entonces no sirve para nada.... Si nosotros vemos que nuestros estudiantes no responden a su vocación, debemos orientarlos para que lo hagan, debemos orientarlos hacia su felicidad y si logramos esto, tendremos asistencia perfecta... sin tomar asistencia... SEAN FELICES!!!
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